He visto en Legazpi a mis dos abuelitos preferidos.
Él, violinista, viejito, viejito.
Ella, viejita, viejita,
con toda su ternura le tiende la partitura,
le pasa las páginas,
como un bello atril de carne.
¡Quién fuera violín!
¡Quién fuera partitura!
2-abril.
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