Reclamo la vida presente.
Reclamo mi tiempo.
Ese tiempo que tiene la duración de mi inconsciencia.
Las horas perdidas a la razón.
Las ganadas al sufrimiento.
Las arrancadas al dolor.
Pus y veneno de amarguras no confesas,
no entendidas,
no aceptadas.
Y las ganas de morir y la necesidad de vivir.
Y el convencimiento de la vida muerta.
Y la certeza de la muerte adormilada.
A la muerte la han encerrado en una cámara de gas,
para que no se entere,
para que no replique.
La dulzura de tu muerte mata.
Quiero que me arranques la piel a tiras
y lamas la sangre que resbala por mis codos.
Mis codos chillan espuma roja.
Piden a gritos que los lamas,
los chupes,
que embadurnes tu boca en mi espuma roja.
Y no lo harás.
Y todo estará bien.
Y yo lo haré.
Me lameré los codos.
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